Pioneros del Espíritu

Las últimas enseñanzas de Hilda Charlton

Capítulo Doce

 

HILDA RECORDADA

 

Hilda falleció a las diez de la mañana del 29 de Enero de 1988. Un servicio en su memoria se llevó a cabo el domingo 14 de Febrero, día de San Valentín en la Catedral de San Juan el Divino en la gran sala de la Synod House, bajo su hermoso cielo raso de arcos donde se llevaron a cabo tantas de sus clases.  

Más de 2,000 personas llegaron  a mostrar su amor y gratitud – algunos de ellos habían asistido a sus clases por veinte y tres años, otros  habían ido solamente una vez, pero habían sido transformados de tal manera que nunca la olvidaron.

El programa de música y oradores incluyó a sus anfitriones en las sedes en donde, con regularidad, Hilda llevaba a cabo sus reuniones – La Catedral y el Templo Hindú de Flushing, en Queens – dos de sus estudiantes cuyo trabajo ya había llegado al ojo público y miembros de su hogar.

Una urna color durazno que contenía sus cenizas, fue colocada en el frente de la habitación, frente al escenario para que los que fueran a hablar pudieran estar de frente a la urna y al público. A cada una de sus reuniones varias personas le traían flores. Muchas, muchas personas trajeron flores este día y éstas fueron colocadas alrededor de la urna.

Al igual que en las clases de Hilda, canciones de devoción fueron cantadas suavemente por los músicos y la audiencia antes de que comenzara el programa y solistas cantaron canciones evocando la atmósfera de el amor y las enseñanzas de Hilda. Y también, al igual que en las clases, las lágrimas y la risa, la devoción y la celebración más profunda prevalecieron.

Algunas de las personas más allegadas a Hilda hablaron durante la ceremonia:

 

Ingrid: En nombre de todos, les doy la bienvenida a todos. Es muy especial para nosotros poder estar unidos en memoria de nuestra amada Hilda Charlton. Algunos de los que estamos aquí ahora solo vinieron a una reunión. Otros sólo oyeron una cinta de ella o se enteraron de ella mediante un amigo. Otros vinimos a casi todas las reuniones por muchos años. Pero algo que todos tenemos en común es la experiencia de haber sido transformados por la presencia de Hilda y sus lecciones de la Vida. Hemos venido hoy a rendirle honores. Su deseo era que ésta fuera una ocasión de regocijo, porque ella detestaba la sombría costumbre del mundo de duelo cuando un alma pasa al otro lado. Por lo tanto tendremos una tarde de música, recuerdos de su vida y la hermosa danza de María que será interpretada por Kathy. Hilda hizo la coreografía de esta danza y en un remoto pasado la interpretó con su extraordinaria gracia. La música, la poesía, todas las expresiones de arte y los artistas era algo que llevaba ella muy dentro de su corazón.

Para comenzar nuestro programa, tenemos al Dr. Wally, a quien todos ustedes conocen.

 

Dr. Wally : Hola y paz mis hermanos y hermanas. Hoy es el 14 de Febrero, Día de San Valentín. Y me recuerda ¡Cómo te amo, Hilda! Me acuerdo de aquella primera clase a la que yo vine. Fui traído por Larry e Ilene y me senté justo al frente. De eso hace once años. Las palabras de Hilda me llegaron al corazón y todo lo que podía decir era: ¡Cómo te amo, Hilda! La energía de aquel entonces es muy similar a la de hoy. Yo no entendía esa energía entonces, pero me reía y lloraba al mismo tiempo. De nuevo lo que sentí fue “¡Cómo te amo, Hilda!” Unas semanas después alguien me dio su teléfono y la llamé. Me sorprendió que fuera ella la que contestara. De nuevo dije espontáneamente ¡Cómo te amo, Hilda! Porque no sabía que más decir. Entonces me preguntó que por qué llamaba. Le dije que había cosas sucediendo en mi vida y yo tenía miedo y estaba confuso. Ella respondió: “Por favor, venga a mi clase esta noche”. Era un viernes. Fui a la clase y ella me cubrió de luz y puso a su gente a rezar por mí. Todo el miedo se me fue. Ya no había más miedo en mí. Ni aún hoy. Y ella despertó en mí la bondad, la responsabilidad, la preocupación por otros, la integridad, el amor, la humanidad, todos esos atributos que ella posee.

 Hace poco, ella le envió una nota a mi esposa. Les quiero leer una parte por que sé que se van a acordar de Hilda: Esto fue lo que escribió: A la paciente, bondadosa, serena, noble y amorosa esposa del Dr. Wally: He aquí una pequeñísima contribución con amor para la cuenta de su teléfono que el Dr. ha elevado por causa mía. Le doy permiso para que lo regañe y una vez al mes, hasta le puede gritar si así lo desea. El resto del tiempo sea un ser humano paciente, bondadoso, sereno, noble y amoroso...”

 Hilda es un ser humano paciente, sereno, bondadoso, noble, alegre, pacífico y ¡ah! sí, juguetón, cuya integridad nunca le permitió  hacer concesiones con sus ideales y que nos honró y nos bendijo con su presencia.

 Hoy es el día de San Valentín y ¡Cómo te amo, Hilda!, pero ya te amaba de antes y continuaré amándote para siempre. Cada vez que haga algo paciente, bondadoso, sereno, noble y amoroso por la población de este planeta te lo voy a dedicar a ti. 

 Ingrid: Gracias, Dr. Wally. Con inmensa gratitud, llamo al micrófono a  una figura muy importante en la misión espiritual de Hilda en Nueva York, el Diácono Morton, el muy Reverendo Diácono Dean Morton quien fue el responsable de ser el anfitrión de las clases de las Lecciones de la Vida que presentó  Hilda aquí, en la Catedral de Juan el Divino, por los últimos doce años. Yo quería decir más en alabanza a él pero no me lo permitió. El Diácono Morton…

 

Diácono Morton: Estoy lleno de toda clase de pensamientos. Para empezar, cada vez que alguien me presenta como el Muy Reverendo, eso me paraliza, porque, después de todo ¿qué quiere decir? Aquí estuvo un Arzobispo esta mañana y a los arzobispos se les dice El Reverendísimo. Y yo le dije, usted sabe que, está bien que a uno le digan el “isimo” que quiere decir lo máximo, usted es lo máximo, pero no quiere decir mucho cuando a uno le dicen “usted es el muy, muy”, que es lo que vengo a ser yo. Bueno, Hilda se reía mucho de ese tipo de cosas – el muy reverendo, el ísimo, etc.

Es muy bello ver a todos los amigos de Hilda, porque cuando los veo a ustedes la veo a ella.

Me gustaría contar algo de como Hilda llegó a esta Catedral. Un viejo amigo mío es el rector de la Iglesia de San Lucas en Greenwhich Village, donde verdaderamente comenzaron las sesiones públicas de Hilda. Pero llegó el momento en que ya no cabían en el auditorio. Entonces el padre Leddy me llamó y me dijo. “La Catedral es más grande que San Lucas y nosotros aquí tenemos a esta señora muy extraña que tiene un fabuloso grupo de meditación.” Yo le contesté, bueno dame más información. A lo que me respondió: “Pues es algo difícil de describir”. Bueno ¿está ella tocada? ¿Qué me estás diciendo? Entonces hizo una pausa y dijo “es una santa” y yo le dije, “Mira mejor voy a ver por mi mismo”. De hecho fui a lo que fue una de las últimas sesiones allí. Debían de haberlo visto ¿Cuantos de ustedes estuvieron en San Lucas? Estaba repleto, como sardinas. Todo lo que les diga es poco.

Entonces la conocí y me dijo: “Tengo entendido que podemos empezar a ir a la Catedral si es posible”. Y yo dije “Sí”. Era más simple decir sí que cualquier otra cosa. Y desde entonces está aquí.

Y de los incidentes. Hay muchos incidentes. Yo me acuerdo nada más que de uno que quiero compartir con ustedes porque nunca se me va a olvidar. Ya ella llevaba aquí como un año, se había acostumbrado a la Catedral y ya nos conocíamos bastante bien. Entonces me dijo. “Quiero caminar por la Catedral con usted”. Yo le dije: “Está bien”. Y empezamos a caminar juntos. Esto debe haber sido en 1976, porque yo estaba teniendo muchos problemas. Eso le puede pasar a cualquiera. Pero yo estaba teniendo problemas con respecto a ciertas cosas que estaban sucediendo en la Catedral. No todo lo que yo hacía, como tener el grupo de meditación de Hilda, estaba recibiendo una aprobación universal. Y hasta había quien le hubiera gustado verme en otra parte. Verdaderamente estaba bajo mucha presión. Y por supuesto, como todos hacemos de vez en cuando, comencé a buscar ayuda. Hilda me dijo “Yo sólo quiero caminar por un rato con usted”. Y así, caminando por la Catedral  me preguntó: “¿Conoce usted al rector que estaba antes?” “Bueno, hubieron varios, le respondí.” – Entonces comentó: “El que se metió en tantos problemas”.  Yo le contesté: “Eso le pasó a muchos” – “¿Cómo se llama?”, le dije. “¿Estará usted hablando del Rector Pike?. “Sí”-me contestó- “Yo he estado hablando con él”. Pero él nada más que llevaba 15  años de muerto. Y le dije: “Dígame más”. Ella me contestó: “El dice que usted va a estar bien”. Yo no creo que Hilda conociera la política de la Iglesia, pero me dijo: “Usted está teniendo problemas. Hay gente que se la está poniendo muy difícil”. “Es cierto” – le dije. “Bueno, pues el Rector Pike lo sabe, y el comprende, porque él pasó por lo mismo. Él nada más que quiere que usted sepa que no se debe dar por vencido y todo va a salir bien”.  Entonces me dijo que también había estado hablando con varios de los Obispos que están enterrados en la Catedral.. Entonces yo le pregunté: “Y ellos que están diciendo?” –“Lo mismo, que usted siga como va y todo va a estar bien”.

Entonces no les puedo decir lo que significa a cierto nivel que Hilda no me esté llamando por teléfono. La extraño muchísimo. Pero en otro nivel no la extraño, porque ella está muy presente aquí. Así como Pike y todos esos obispos muertos. Ella hace que ellos vivan. Eso es, al fin y al cabo lo que la espiritualidad hace por todos nosotros.  Nos movemos en diferentes lugares, a diferentes espacios. La continuidad está ahí y es por eso que estamos aquí. Hilda fue una de "los grandes", no sólo maestros, sino los que nos traen esa continuidad de la experiencia de la realidad para que uno pueda entrar en comunión con Dios ahí mismo en ese momento. Y si eso fuera a dejar de suceder con su muerte, entonces todo no es más que una broma. ¿No es así? Por lo tanto, aquí no hay ningún problema, excepto que vamos a echar de menos no verla, como saben, los jueves. Pero la volveremos a ver pronto. Gracias.

 

Ingrid: Muchas gracias, Diácono Morton. Es con gran amor y respeto que les presento al Dr. Alaggapan, el presidente y fundador del Sociedad del Templo Hindú de Norteamérica. Él es responsable de haber formado el movimiento Jyoti, con la inspiración y apoyo de Hilda, el cual rinde honores a la eterna Diosa de la Luz y ha erigido templos en su honor. Él fue coadutorio en que se pudiera usar el Templo Hindú de Queens para el puja Skanda/Jyoti en la luna llena de cada mes donde Hilda presentaba los mensajes de Skanda. Con ustedes,  el Dr. Alaggapan.

 

Dr. Alagappan: Amigos, yo vengo llegando de una junta del Fideicomiso y el Comité Ejecutivo de la Sociedad del Templo Hindú de Norteamérica.  Ellos acaban de pasar una resolución que me han pedido sea trasmitida a este grupo y dice así: “La Mesa Directiva del Fideicomiso y el Comité Ejecutivo han asentado en su crónica con el mayor sentido de gratitud la genuina contribución de Hilda Charlton como miembro de la Mesa del Fideicomiso desde su principio el 26 de Enero de 1970. Hilda Charlton, además de impartir una guía ecuménica, ha tenido un rol muy importante en el desarrollo de la filosofía Jyoti y el movimiento Jyoti.” Ese es el texto de la resolución que habla por sí mismo.

 Cuando la filosofía Hindú llegó a este continente el siglo antepasado, con la ayuda de Swami Vivekananda, los templos no vinieron con ella. Este movimiento Jyoti comenzó en este siglo y coincidió con las celebraciones del bicentenario de este gran país. (1976). Pero cuando comenzaron los esfuerzos para construir los templos, uno de los primeros que se edificó fue el templo de Flushing y de alguna manera Dios nos trajo a Hilda al grupo dos días antes de que se realizara la primera reunión. Todo había comenzado con un cheque de cincuenta y un dólar: Pero entonces nos llegó Hilda y con ella su gracia. Su contribución fue su guía ecuménica. Ya saben que todas las religiones son iguales. Nos llevan al mismo Dios. Por lo que una religión viene a ser la práctica que hace un grupo de personas en una región geográfica en particular. Hilda trató de presentar esto para que se diera y de diluir la ortodoxia, los ritos, etcétera de las personas que habían traído la religión. Ésa es la contribución que Hilda hizo desde el principio que el templo se abrió al público. Así, el templo de Flushing, Queens ha sido un pionero y ha causado un movimiento similar en todos los templos de este continente. Ya hay más de treinta templos y todos son de carácter ecuménico. Esto es sin llegar a dudas una importante contribución que hizo Hilda. Entonces, como ya se mencionó, Hilda ha estado ahí desde el principio de este movimiento Jyoti. Templos Jyoti ya han sido construidos en Nueva York, Houston y Los Ángeles. Y de aquí se ha ido a la India donde un proyecto mayor se está llevando a cabo en este momento. Era nuestra esperanza haber invitado a Hilda a consagrar ese templo y esa filosofía en la India.

 Permítanme explicarles lo que es Jyoti. Ella es el Dios Eterno que es la Diosa de la Luz. De acuerdo con las leyendas hindúes, la Madre Universal le dio el "vel" (lanza) del conocimiento a su hijo de siete años, Skanda, para que fuera a la batalla. Se dice que este vel es una de las formas de la Diosa de la Luz. Dado por Shakti, la Madre, este vel es también conocido como Saravanabhavayai, o hermana de Skanda , o  jñana (conocimieneto), o la verdad absoluta. Ahora damos un paso más para decir  “¿Qué es este jñana, este conocimiento? El conocimiento de ver a Dios en todo en la Creación.  Por lo que el servicio social es la mejor forma de practicar una religión. Esa es la filosofía Jyoti a la que Hilda se subscribió.

 Hilda estaba en todo momento en contacto con los seres celestiales. Ella podía trasmitir este mensaje de jñana. Ella le daba una cualidad brillante haciendo pujas en el templo Hindú durante la luna llena por muchos años. Lo interesante para nosotros era que cada vez que Hilda venía al templo cada mes era cuando el templo tomaba una diferente calidad de vibración, una santidad y sentido de presencia de la divinidad mucho más que en cualquier otra ocasión. Por lo tanto era siempre bienvenida, así como su grupo.

 Ahora, como persona, es muy obvio para todos nosotros que ella era un instrumento de Dios. Ella trasmitía las órdenes y los mensajes del Señor Skanda. Nunca creyó en acumular equipaje en su viaje por la vida.  Ella no podía involucrarse en dioses terrenales. Nunca ni siquiera los miraba. No quería discípulos – y que me perdonen sus discípulos, ni instituciones, ni ashrams.  Nada de esto quería ella. No le importaba. Ella podía hacer milagros. Y los hizo muchas veces. Ella podía curar enfermos. Y podía hacer muchas cosas pero lo hacía tan calladamente que a veces ni ella misma se daba cuenta. Ella creía que la tecnología de la religión no era importante. Para ella lo importante era la ética. La ética se alzaba sobre todas las cosas. Yo conozco una historia de un señor de la India que aprendió a caminar sobre el agua. Le tomó diez años aprender. Una vez estuvo con un gran sabio y le dijo “¡Oh, Sabio! yo he aprendido a hacer algo maravilloso.” El sabio le preguntó qué. Y él respondió “He aprendido a caminar sobre el agua.” El sabio le preguntó cuánto tiempo le había dedicado a eso. “He pasado diez años aprendiéndolo.” A lo que el sabio dijo: “¡Qué idiotez! Con cinco centavos puedes ir en una lancha ¿Para qué perdiste tu tiempo de esa manera?” - Por lo tanto, no hay necesidad de adquirir todo este mamotreto de capacidades. Es mejor ser bueno. Y eso es lo que Hilda nos enseñó siempre.

 Yo sé que en la religión Cristiana siempre  dicen que ya que fulano murió, descanse en una merecida paz.  Yo creo que no debemos dejar a Hilda descansar. Tenemos que hacer que siga trabajando por nosotros, debemos mantenerla en el loto de nuestro corazón, debemos mantenerla en nuestras súplicas y pedirle su guía. Yo creo que debemos de integrar sus principios a nuestras vidas. Ése es el mejor tributo que le podemos rendir. Y si nos convertimos, aunque sea en una pequeña fracción en un mejor instrumento de Dios. Eso es lo que a Hilda le habría gustado. Gracias

 

Ingrid: Gracias, Dr. Alaggapan. Estoy segura de que todos aquí podrían hablar sobre la especialidad de Hilda y cómo fueron poderosamente influenciados por ella.  Eso nos llevaría semanas, o quizás meses, por lo que le hemos pedido a algunos de sus estudiantes que hablen aquí esta noche. Sentimos mucho que no todos puedan compartir públicamente su relato personal del milagro de la vida de Hilda en la Tierra.  

 

Al: Yo quiero comenzar diciéndoles lo maravilloso que es verlos a todos aquí, los de las clases más recientes y los de hace mucho, mucho tiempo, así como los del medio. Verdaderamente me hace sentir muy feliz. Somos la familia de Hilda. Somos sus chicos. Ustedes son mis hermanos y hermanas y juntos heredamos en esta Tierra lo que ella ha dado.

De vez en cuando, desde el principio de los tiempos, Dios ha enviado a la Tierra uno de los Suyos para salvar a una humanidad enfermiza. Nuestro Padre nos envía un hermano o una hermana mayor para ayudarnos a los más jóvenes que estamos dando cabezazos en la oscuridad, tratando de encontrar el camino de vuelta a casa.  Llena de su Amor, desbordando su Paz y exudando su dicha, Hilda, Shanti Devi, Lazumma era una con son su esencia eterna y es ahora la esencia de oro de Dios.  Ese tesoro, Hilda lo compartió con nosotros semana tras semana, mes tras mes, año tras año. No existía ninguna escasez de las enseñanzas de Dios a través de nuestra Hilda. Como Hilda, la amamos profundamente. Ella nos hizo reír. Ella nos hizo llorar.  Ella nos hizo sentir lo que es ser totalmente humano.  Aún más importante, ella nos hizo sentir lo que es ser totalmente divino. Ella nos hizo buscar muy adentro y tocar nuestro propio espíritu, el Dios residiendo en nuestros corazones. Su dicha era nuestra dicha, nuestra pena, su pena y cuando lloraba por nosotros, nosotros llorábamos con ella.  Como Shanti Devi, la yoguini  y como la Divina Madre, ella nos instaba a dar y a olvidar – pasarnos los unos a los otros las joyas de Dios que ella nos ha dado.

La vida de Hilda era su enseñanza – una vida de dar y perdonar, amando a todos bajo cualquier circunstancia y recordando aún ser Dios. Sus palabras de amor y verdad resuenan en nuestros corazones. Nuestras almas reverberan con cada respiro. Miles que asistieron a sus clases y muchos  más que sabían de ella, se acercaron más a Dios en la lluvia de su amor y su gracia. Ella tenía una especialidad divina para relacionarse de una  forma diferente con cada uno de nosotros y al mismo tiempo encontraba las necesidades más profundas de nuestro corazón y de nuestras almas.  En su presencia, uno se sentía verdaderamente amado – amado por Hilda y amado por Dios. Hilda veía a Dios en nosotros y nos lo traía al frente de nuestros corazones. La Tierra era un lugar mejor por su presencia y un poco más perdida sin ella, pero ella vivirá a través de todos nosotros. Mientras que vivamos sus enseñanzas, cantando el canto de amor en nuestras vidas de dar y personar, recordando quiénes somos – imágenes de la Divinidad – Hilda Lazuma marchará a  la Gloria de Dios.

 

Lois: La primera vez vine a oír a Hilda, hace ya varios años, llegué y observé la clase, como lo estoy haciendo ahora. Y me dije, a mi forma egoísta: “Aquí hay cientos de personas ¿Cómo me va a notar a mí? ¿Cómo le voy a importar y cómo me va a amar y a cuidar entre tanta gente?” Pero cuando comencé a visitar su casa, me di cuenta de cuanto me amaba mediante la forma en que se ocupaba de todos los demás. La forma en que leía las cartas de ustedes con tanta consciencia y ternura y la forma en que les hablaba por teléfono.  Llegué a comprender que aunque llegara a amar a diez mil personas, no me amaría a mí menos. Me mostró mundos y tiempos y lugares que yo no habría conocido de ninguna otra manera.  Ella me mostró a sí misma.

Ella se animaba con tantas cosas.  Cada vez que veía algo nuevo se animaba como se animaba con lo último que había visto, ya fuera unas vitaminas que teníamos que tomar o un shampoo para evitar la calvicie en los hombres. Recuerdo algo muy divertido de lo que yo recibí una gran lección: Ella estaba viendo la televisión tarde en la noche y apareció Uri Geller en pantalla doblando cucharas.  Eso le llamó mucho la atención y dijo: “Está doblando cucharas con poderes psíquicos, pero nosotros podemos doblar cucharas con amor. Vamos a usar el poder del amor.” Y así estuvimos unos doce que estábamos sentados a su alrededor, concentrándonos y amando las cucharas y haciendo que se doblasen. No existe ni una cuchara normal en la casa desde ese día.  Eso era lo que ella representaba, el amor y el poder del amor. Ella creía que todo se podía hacer con amor y trató de infundir eso en todos nosotros.

Estábamos sentados en la cocina de la casa recordando a Hilda y alguien que vino de visita nos dijo: “¿Saben qué? Cuando Hilda estaba viva me sentía como si estuviese bajo un pequeño microscopio  y ahora que no está con nosotros en su cuerpo físico, me siento como si estuviese bajo un gran microscopio.” Ella siempre se daba cuenta de todo lo que estaba pasando y todo lo que nos rodeaba. Nosotros tratábamos de engañarnos pensando: “Bueno, quizás Hilda no se dé cuenta”. Pero ya no nos podemos engañar más. Ése sentimiento estaba muy presente en mí la mañana que llamaron del hospital y me dijeron: “Ven, quizás ella no dure el día.” Yo estaba en el baño alistándome, cuando sentí su presencia. La sentí tan claramente que podía oírla hablándome y sabía que cuando llegara al hospital no habría tristeza alguna en mí. Sólo sentí una tremenda felicidad por ella, que estaría donde necesitara estar para hacer el trabajo que ella necesitara hacer. Yo sabía que ella estaría ahí para mí aún más ahora que antes, así como para todos nosotros. Ella podrá estar con nosotros de una forma más personal de lo que podría estar en su presencia física. Ella puede estar ahora con nosotros en todo momento. Yo sé que aún está con nosotros. Sé que aún está en la Tierra, en nuestra mente y en nuestros corazones.

 

Danny: La primera vez que fui a una reunión de Hilda en la iglesia de San Lucas, creo que fue en 1972, estaba totalmente sorprendido por la espiritualidad de los allí presente.  Hasta pensé que me correrían de allí el momento en que percibieran mi pesada vibración y mis pensamientos terrenales.  En este momento me volví a sentir igual, tratando de encontrar las palabras merecedoras de Hilda. Al mismo tiempo me parece oírla decir: “¡Indignidad! ¡Qué horrible! ¡Habla como un maestro!” Bueno, voy a probar a ver que pasa. Yo siempre sentí que ella me estaba tratando como un chico con retraso mental por el que tenía mucho afecto y me permitía hacer lo que le prohibía a otros. Quizás porque yo vivía fuera de la ciudad, en sí, no sé. Quisiera contarles por lo que he estado pasando. No sé cómo ustedes se sientan pero yo no he tomado esto con mucha facilidad. Comprendo que ésa no es la reacción más cósmica, pero acabo de pasar un par de semanas que han sido algo complicadas y nada fáciles. Yo estaba en Los Ángeles y la única persona que vive en ese área que conoce a Hilda es alguien con  quien no he hablado en cinco años ¿Cómo poderle explicar a las personas que no conocieron a Hilda quién ella fue? Alguien me llamó para que si era posible ayudara a que su obituario se publicara en el New York Times. Yo no sé si llegó a aparecer ¿pero qué podría decir? “Hilda, También Conocida Como La Diosa de la Luz, Nos Deja. Quince Dioses Se Van Con Ella”

En este momento yo sé que ella está aquí y sé que muchos de los Dioses que estaban con ella están aquí también. Aunque nunca podría verlos, Dioses,  quiero  reconocer su presencia en nombre de todos nosotros y darles las gracias porque su vida nos trajo a nosotros las bendiciones de ustedes. Nos enteramos de tantos personajes a través de ella – Pericles, Suka, Mahadevananda, los Maestros de la Gran Logia Blanca, los Indios de Norteamérica, los Hermanos del Espacio, Manú, Skanda,Yogananda, Nityananda, Sanat Kumara, Ammal y muchos más que no recuerdo en este momento, sin embargo, veníamos aquí por ella.

Mi reacción inicial al fallecimiento de Hilda fue de un total aterimiento. Traté de meterme de lleno en mi trabajo y una vez que otra, cuando estaba manejando, se me salían las lágrimas. Entonces trataba de  preguntarme por qué lloraba. Como ya lo dijo el Diácono Morton: “Obviamente, ella está muy bien.” Por lo tanto era obvio que no estaba llorando por ella. Y a no ser que todo lo que dijo haya sido mentira, ella está ahora en un maravilloso lugar la mayor parte del tiempo, y aquí con nosotros en este momento. Entonces me sentí culpable: “Dios mío, debí haber pasado más tiempo con ella. Mira las oportunidades que perdí. Yo podría haber estado en la última reunión. Podría haberla llamado con más frecuencia.” Y oí a Hilda decir: “La culpa no sirve de nada, muchacho.” Entonces me di cuenta de que mucho de lo que yo estaba pensando, como dijo Lois, era puro egoísmo. “¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo me las voy a arreglar de ahora en adelante sin poder llamarla a sabiendas de que con sólo hablar con ella todo lo que hago es, de alguna forma, realineado y bendecido?”

Sólo les puedo decir que a través del correr del tiempo he llegado a sentir que ella aún está aquí. Una de las formas en que lo sé es que mientras ella estaba en su cuerpo yo siempre me estaba censurando. Si pensaba hacer algo, me decía: “¿Y si Hilda se entera?” Y todavía lo sigo haciendo, y créanme no es porque me preocupe que Al se fuera a enterar. Por lo tanto yo sé que ella está en esta sala y sé que está aquí en mi corazón y en mi meditación y que está presente para todos nosotros.

Hace unos días, estaba tratando de hablarle a alguien acerca de ella y de pronto recordé que ella nos había dicho que en tiempo de problemas podíamos buscar en los Salmos. Recordé que el Salmo que ella leía con frecuencia era el Salmo 91 y quiero leer parte del mismo:

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

a la sombra del Todopoderoso

dile al Señor: “Mi amparo, mi refugio;

en ti, mi Dios, yo pongo mi confianza”.

             Él te libra del lazo del cazador que busca destruirte;

te cubre con sus alas y será su plumaje tu refugio

 

Y Hilda nos decía, eso es una promesa de Dios, chicos. No es sólo un montón de palabras en un pedazo de papel escrito hace un par de miles de año. Es una promesa de Dios, tómenla en sus corazones.

 

No temerás los miedos de la noche

ni la flecha disparada de día,

ni la peste que avanza en las tinieblas,

ni a plaga que azota a pleno sol.

 

Aunque caigan mil hombres a tu lado

y diez mil a tu diestra,

tú permaneces fuera de peligro;

Su lealtad te escuda y te protege

 

¡Cuántas veces nos lo repitió!

 Ella hizo de este grupo una familia. Me imagino que mucho de nosotros no nos habríamos conocido si no hubiese sido por ella. Sin embargo, en cualquier momento, por el resto de nuestras vidas, si nos vemos por la calle, recordaremos su amor. Le pido a Dios en este momento que nos bendiga a cada uno de nosotros para que permanezcamos en armonía, vivamos las aspiraciones que ella tuvo para nosotros, extendamos la luz y amemos a la humanidad y los unos a los otros como ella nos amó. Gracias.

 

Karen: Muchas personas han preguntado cómo era pasar un día completo con Hilda. Aunque no estoy segura de que nadie podría decir que un cierto día era un día típico con Hilda, yo creo que lo más apropiado sería decir que cada día era una aventura y que no había dos días iguales. Pero sí hay un día que tengo presente y lo quiero compartir con ustedes.

Hilda me despertó una mañana y me dijo: “Karen ¿tienes hambre?” Yo contesté: “Si”. Entonces ella dijo: “Bueno, podemos comer más tarde” y agregó: “¿Qué te parece si vamos a Broadway? Me gustaría comprarle un regalo a mi ahijada. Pensé que podríamos ir a algunas de las tiendas.” Hilda tenía sus tiendas favoritas en Broadway. Y la que más le gustaba era Weber’s. Había muchas tiendas de descuentos en Broadway y ella se divertía mucho mirando y tratando de conseguir alguna ganga.

Nos vestimos y salimos y camino a Weber’s vimos una señora acostada sobre una banca. Sus piernas estaban muy, muy hinchadas. Ella era lo que llaman un “bag lady”1. Hilda se detuvo y se quedó mirándola y comenzó a hablar con ella. Entonces me miró y había lágrimas en sus ojos. Me dijo: “Tenemos que hacer algo por ella, tiene frío y tiene hambre.” Nos regresamos a la casa y, con mucho cariño, Hilda decidió hacerle un par de sandwiches. Todavía recuerdo ese día como si hubiese sido ayer. Primero le hizo dos sandwiches de queso, entonces decidió que les debería agregar lechuga porque seguro que nunca comía vegetales verdes. Entonces decidió que quizás necesitara vitamina C, buscamos a ver que había y encontramos una naranja. Y, por supuesto, agregamos servilletas al paquete.  Entonces Hilda dijo: “¿Tú sabes qué? Ella tiene frío. Busquémosle una cobija.” Fuimos al closet del pasillo de entrada y sacamos un grupo de cobijas; pero Hilda entonces dijo: “¿Sabes qué? Si Jesús estuviese aquí, Él diría: ‘Da tu abrigo más tu manta’ yo no debería estarle dando una cobija vieja. Yo debería darle mi cobija favorita.” Entonces fuimos a su recámara. Ella tenía una cobija muy suave azul celeste.  Era la clase de cobija que te daba ganas envolverte en ella. “Voy a darle ésta,” dijo Hilda “Si le voy a dar algo, quiero darle ésta.”

Entonces, como de costumbre, sonó el teléfono y Hilda respondió a un par de llamadas y oramos. Recuerdo que una llamada era de Colorado, una señora que padecía de cáncer. Nosotros oramos. Después de la llamada, en la sala, Hilda notó que no se habían regado las plantas. Así que hicimos eso también. Y, por supuesto, mientras regaba las plantas hablaba con cada una de ellas.  La planta que estaba en la esquina que, Rajah, el ya fallecido padre de Shanti y Vali, había traído a la casa, siempre había permanecido muy pequeña y ahora estaba creciendo hasta hacerse muy alta. Hilda habló un rato con esa planta: “Estás creciendo mucho”, le dijo “dentro de poco el apartamento te va a quedar chico”. Ése es el ritmo que llevábamos.  Entonces regresamos con la señora. Hilda le dio los alimentos, le dio la cobija, y estuvo hablando con ella. Después nos fuimos a la pizzería2 en la calle 102 y Broadway. Mientras estábamos allí, llegó un borracho. Estaba verdaderamente cayéndose. Vio a Hilda y comenzó a hablarle: “Vea usted, yo no sirvo para nada. He arruinado mi vida. Simplemente no sirvo para nada” Hilda le puso su mano en la frente y le dijo: “Nunca digas que no sirves para nada. Eres un hijo de Dios.” Eso fue algo que nunca olvidaré.

Yo creo que lo que más me conmovía de estar con Hilda era que nunca la vi tratar a nadie de una forma diferente a los demás. Ya fuera que estuviese hablando con el portero, con el mensajero que entregaba los víveres, con un sacerdote, con sus discípulos, ella se relacionaba con el espíritu de todos y los amaba a todos.

Hilda aceptaba todos los caminos. Aceptaba todas las religiones, pero cuando era joven se entregó a Jesús, fue con Jesús con quien ella se casó. Cuando estuvimos trabajando en el libro "Dear Hilda 3", ella  escribió algo sobre Jesús para que fuera incluido en el libro. Ella me dijo que sentía que lo que había escrito  resumía su relación espiritual personal con Jesús. Quiero leerles un par de párrafos de lo que ella escribió:

 

¿Me permiten que les cuente una simple historia de mi Jesús, a quien conozco bien, a quien amo tanto, el que nunca murió ni resucitó sino que simplemente es y nunca cambia a través de la eternidad, nunca cambia con las estaciones, ya sea la Pascua o la Navidad, verano o invierno.

Yo amo bien a este Señor mío. Quizás según se vaya desarrollando mi historia de amor, este amor tan pleno confunda o desconcierte a algunos de los que tienen la cabeza tan llena y no sean sencillos de corazón. Mi corazón se desborda y lágrimas corren por mis mejillas cuando pienso en el hombre poderoso de voluntad propia que representan colgado de una cruz con la cabeza caída y la sangre aún corriendo por su cuerpo. Yo bajé a mi Señor de la cruz y encontré una fuerza poderosa capaz de construir edificios por todo el mundo y hasta poblados en la India y otras tierras más lejanas, aunque ya haga dos mil años que caminó por esta Tierra. Jesús comenzó a enseñarme profundizándose en mi corazón y en mi mente. El dijo: “Amor es la respuesta. El amor es divino. Si no saben amar a sus hermanos, entonces no pueden comprender mi vida. Yo habré muerto en vano.”

En los años consecuentes, hasta ahora, tal como me ven, vieja, pero aún joven, he enjugado su rostro ante miles frente a los cuales me he parado y he hablado de los clavos con los que la humanidad ha atravesado su carne una y otra vez y la de ellos mismos también. Porque Él dijo: “Lo que le hagas a ellos me lo haces a mí también”. Y mientras enjuago cada rostro, cada corazón que sangra y con benignidad hago desaparecer el miedo de lo que el hombre libremente llama “humanidad” y lo invoco a “Él”, he podido sentir su amor expandirse dentro de mí hasta hacer estallar mi corazón en mil luces, más brillante que el sol del medio día.

Él habita en las profundidades de mi corazón, cuyas ataduras el soltó, bajo su guía, he abierto un círculo de amplia circunferencia  para recibir a toda la raza humana sin excepción de credos, ya sea cristiano, judío, musulmán, hindú, budista. Todos son uno para Él, quien amó lo suficientemente a la humanidad como para derramar su sangre. Todo lo que nos pidió fue que amáramos.

 

Jed: Yo tuve la gracia y buena fortuna de vivir e casa de Hilda. Más de una vez me dijo: “¿Sabes? cuando yo deje este mundo, van a ser los pequeños detalles los que harán que te acuerdes de mí.” En las últimas dos semanas yo he pensado mucho sobre eso y es verdad. Recuerdo las cosas más simples que Hilda hacía, las muy, muy insignificantes.  – cómo limpiaba la casa tan meticulosamente. Ella limpiaba una repisa, arreglaba la posición de los libros, despedazaba papeles con gran placer y entusiasmo y un amor que las hacía pasar de ser acciones insignificantes y parecía como si estuviese haciendo algo en el mundo, como si los cielos cambiaran con cada rasgada de papel. Cuando uno la ayudaba se sentía que estaba haciendo algo importante en el mundo y el tiempo parecía detenerse. Ella siempre nos hablaba de Santa Teresita y su Pequeño Camino. Para mí, era así como vivía su vida, haciendo las pequeñeces que otros no notaban.

Ella nos amaba a todos por igual, fuéramos famosos o no. Ella nos hacía sentir que su amor era tan especial que nos comprendía como nadie nos podría comprender. Y nos hizo sentir que Dios nos amaba como nadie nos ha amado. Su entusiasmo en la vida no tenía paralelo. Podía tomar algo mundano y convertirlo en algo especial. El National Enquirer 4 es ahora uno de mis periódicos favoritos y yo nunca me había enterado que existía. Ella podía tomar un artículo del National Enquirer en convertirlo en toda una  clase de los jueves y luego la gente lo citaba como si hubiera procedido del New York Times. Fuese lo que fuese que ella hiciera, le ponía todo su empeño con devoción y amor.    

 Durante el último mes de su vida, ella estuvo leyendo mucho de un libro sobre su Satguru Nityananda.5 Varias veces comentó: “Antes siempre evité leer la parte que habla acerca de su muerte, pero ahora siento que lo puedo leer y no me causa efecto alguno.” Ahora entiendo lo que él estaba diciendo. Con frecuencia nos leía historias de este libro en la casa. Una en particular se trataba de un chico cuyos padres eran devotos del Maestro, éste se despertó de un sueño el día que falleció Nityananda y le dijo a sus padres: “El Maestro vino a verme y me dijo que ya se tenía que ir. Los grandes sabios vinieron a él y le dijeron que había trabajo en el otro lado que sólo él podía hacer.”

Yo sé que Hilda nos dedicó su vida, dándonos todo lo que ella tenía, y es ahora cuando los Maestros de la Gran Logia Blanca y los santos del otro lado tienen el trabajo que sólo ella puede hacer. Ella está cuidando el negocio del Padre. Hilda quiso decir tanto para todos nosotros. Con frecuencia nos hablaba los jueves por la noche de los grandes, sus maestros que le dieron tanto en esta vida.  Todos aquí podremos decir por el resto de nuestras vidas: “Me senté, oí y amé a una de los grandes de Dios, Hilda Charlton.

 

David: Después de una larga vigilia nocturna ocho de nosotros estábamos parados en una pequeña unidad de terapia intensiva en un hospital no lejos de aquí y en la cama que estábamos rodeando estaba el cuerpo que Hilda Charlton  usó para enseñarnos y traernos amor. Estuvimos en silencio mientras que el sonido de la maquina que monitoreaba sus signos vitales se detuvo y sólo quedó un largo zumbido. Estábamos en silencio, cada uno en su propio mundo. Entonces, en mi menté la escuché hablando.  Dijo: “¿Por qué están todos tan serios?” Miré hacia lo alto y vi una luz que entraba a la habitación y con esa luz llegaba un maravilloso sentido de dicha. La luz se fue haciendo más y más brillante, más brillante que la luz del sol, no podía mirarla por mucho rato. Entonces esta luz explotó con rayos que se dispersaron por todas las partes de la Tierra. Yo sabía que ésa era la bendición de Hilda y que esto rayos llegarían a todos los que la amaban. Tocaban a aquellos que la habían conocido, que la habían oído por medio de  grabaciones, que habían venido a una reunión, que habían oído a alguien hablar de ella. Y esto fue confirmado los días siguientes por personas con quien estuve hablando. Cada uno había experimentado un milagro.

El arrobamiento se intensificó en la habitación y mi mente sólo podía repetir: “Gracias Hilda. Gracias Hilda. Gracias Hilda. Gracias Hilda por haber llegado a nuestras vidas. Gracias por haber traído el amor. Gracias por guiarnos y empujarnos en el camino, por arrastrarnos e inspirarnos.  Gracias”. Y sentí una gran libertad. Y sentí que ella estaba libre. La última parte de su vida había sido un verdadero sacrificio. Ella quería estar aquí para nosotros y dio todo lo que tenía de sí misma. Fue un tiempo muy difícil y ahora ella estaba libre.

Poco después, mientras caminaba a casa, me encontré con una persona que había tenido una riña conmigo por ocho años y mientas hablábamos esa persona dijo: “David, yo no sé por qué pero te quiero mucho. No lo entiendo, pero verdaderamente te quiero.” Esto confirmaba la bendición que Hilda había dejado en la Tierra. Mientras estaba  sentado ese día, dejando que los eventos del día pasaran a través de mí, me llegó una visión. Era Hilda, estaba parada junto a Santa Teresita. del Niño Jesús. Juntas estaban bendiciendo al mundo. Un rato después llegó otra visión. Esta vez era Hilda con Ammal, una divina y radiante gracia fluía a través de ellas. Finalmente ella apareció una vez más y estaba con la Virgen María. Entendí que con esto  Hilda me decía que María no había dejado al mundo –se ha aparecido en tantos lugares, en China, en Yugoslavia, en España, Portugal y muchas otras partes del mundo. Ammal siempre está encontrándonos lugares donde estacionarnos, encontrándonos las llaves, arreglándonos las situaciones difíciles, quitándonos obstáculos del camino y dirigiéndonos hacia delante. Santa Teresita dejó su mundo celestial para estar cerca de la Tierra y podernos ayudar y lo  que Hilda estaba diciendo era que ella también está aquí. Al igual que Santa Teresita, ella se ha quedado cerca del mundo y estará con nosotros ¡Gloria a ti, Hilda!

 

Ingrid: Hay dos personas muy especiales y muy adentro del corazón de Hilda para siempre, Vali y Shanti. Hilda las crió desde que eran niñas y las entrenó en la vida espiritual. Primero vamos a oír a Vali y después Shanti cantará canciones poéticas.

 

Vali: Buenas. Mis primeras memorias de Hilda son de cuando yo apenas comenzaba a caminar. En el ojo de mi mente me veo en un andador cayéndole atrás a Hilda y causando que Hilda y Shanti se rieran histéricamente. Hilda me ha contado eso muchas veces. Y aún no estoy segura si el recuerdo era de ella o mío. Todas esas sensaciones y sentimientos de mi niñez son reales para mí ahora. Yo puedo cerrar mis ojos, y Hilda, puedo sentir tu calor y la calma que siempre ha estado a tu alrededor. Hasta puedo oler la esencia de una mezcla de incienso y perfume que siempre estaba contigo y se quedaba en todo lo que tocabas. Éstos eran sólo contrarrestados por la fuerza de tu mano y la firmeza de tu paso, que nos sugería y nos hacía recordar tu lado más fuerte, el que yo conocí tan bien.

Recuerdo como me  lo explicabas todo. Las cosas mundanas, como el uso de la lavadora y luego los momentos en que me sentabas cuando yo estaba llorando y me explicabas por qué estaba en este planeta que parecía tan ajeno y como un día muy cercano yo comenzaría a entenderlo todo mejor, después de adaptarme más a esta vida.  Estos dos mundos que tú supiste unir tan bien se juntaron para mí en ti, en tu persona, tu cuerpo y tu gran alma.

Cuando estaba parada junto a tu cama, me encontré preguntándome cómo este planeta, el planeta al que me introdujiste, sería sin tu presencia.  Pero tuve que  recordar que existía otro lado, el tú verdadero, que no desaparecería.  Recuerdo una historia que me hiciste de la muerte de tu padre y como por todos esos años pasados no habías tenido nada que te consolara porque todavía no habías entrado en el conocimiento de esta otra vida. También recuerdo cuando nos contaste que los Maestros te dieron instrucciones de dejar que tu madre se fuera y como ella te había soltado.

Es difícil para mí ahora, Hilda, poner esto en palabras, porque tú fuiste y eres todo para mí. Tú fuiste mi madre, mi maestra y sí, hasta mi alumna, como me dijiste un día cuando regresé de la escuela a la edad de cinco años con  mucho orgullo y te enseñé unas palabras en francés que había aprendido ese día. Todavía puedo sentir mi sorpresa al descubrir que tú no lo sabías todo. Pero según fui creciendo me fui dando cuenta de cuanto en realidad tú sabías en comparación a mí y a casi todo el mundo.

Recuerdo caminar por la calle aguantada de tu mano que era suave y tibia. Como salíamos a caminar en una mañana fría antes de que comenzara la escuela  y como tu peluda chamarra de algodón rozaba mi mejilla. También recuerdo esos momentos privados cuando meditábamos, algunas veces tú y yo solas y nos íbamos por horas. Y todos esos mundos  a los que me introdujiste. Y es verdad, según fui creciendo, no siempre estábamos de acuerdo, pero sí existe esa parte de mi corazón, Hilda, y ahí yo no puedo completamente pertenecer a nadie como te pertenezco a ti.

Y ahí estaba yo, parada junto a tu cama y me acordé de la última vez que te vi, poco antes de tu fallecimiento. Me llevaste a tu habitación, y me sentaste en tus piernas y dijiste: “Me alegra tanto tener a mi niña de nuevo.” Creo que si se hubiera podido cumplir mi voluntad, habría hecho que el tiempo se parara. Habría deseado que nos quedáramos así para siempre. Pero, como de costumbre, tú estabas guardando una sorpresa y eso no era lo que tenía que suceder.

Entonces, cuando me incliné para besarte y darte las buenas noches, como lo había hecho toda mi vida, me pareció haber comprendido algo. Tenía que dejarte ir porque tú no me pertenecías ni le pertenecías a ninguno de nosotros, eras mucho más que eso. Sabían que en algún momento en el futuro estaría contigo de nuevo, muy de cerca. Hasta entonces, te pido Hilda, que me cuides a mí y a todos nosotros y si ves que nos estamos desviando, danos un empujoncito hacia el otro lado. Sólo quiero que sepas que nosotros  te amamos para siempre. Gracias.

 

Shanti: Vali es mucho mejor que yo para las palabras y ha podido poner en esas palabras los sentimientos acerca de Hilda que yo he venido sintiendo en estas últimas dos semanas. Fue Hilda quien me enseñó a meditar. Fue la que me enseñó a amar a Dios. Fue la que besaba a mi osito de felpa por las noches. Era su cama a la que yo saltaba por las noches si tenía miedo. Para evitar hablar decidí que la mejor forma de expresar mis sentimientos por Hilda sería cantando, ya que siempre lo hice así. Con frecuencia le cantaba a ella. Escogí estas canciones que ella me hizo repetir una y otra vez aquí y en la casa en todo momento. Las canté para ella la Navidad pasada. Cantaré de nuevo para ti, Hilda.

Shanti canta.

 

Se había convertido en tradición, al final de la última clase del año que se distribuyeran velas a cada persona y en celebración de las Navidades, Hilda tomaba la vela blanca del altar y prendía las velas de los que se encontraban al frente de la sala. Con las luces apagadas, ellos, en su lugar, prendían las velas de los que estaban detrás hasta que todas las velas fueran prendidas. Entonces todos  aguantaban sus velas en alto y se cantaba. Siempre fue una experiencia en la que  uno podía sentir la luz de Dios y de todos los presentes como una.

 

Ingrid: En este momento prendamos nuestras velas y sosténganlas brillando junto con Hilda, Nuestro Señor Jesucristo y los Maestros de la Logia Blanca.

Todo el mundo canta “Noche de Paz” (Uno de los cantos más favoritos de Hilda)

Hilda, levantamos nuestras velas en tributo a ti y te ofrecemos nuestra gratitud por todo lo que nos has dado.

 

Mientras todos cantaban “Noche de Paz” y después, “Lazumma”, se sintió una brisa correr por toda la sala, al igual que la brisa que se sentía cuando Hilda invocaba al Espíritu Santo. Las llamas de las velas de los que estaban parados cerca de la urna que contenía las cenizas de Hilda recibieron tanto viento que se gastaron rápidamente.

 

Después de los cantos, se tocó música muy suave mientras que los presentes pasaban frente a la urna.  A cada persona se le dio una flor.

 

 

Notas:

1.            bag lady se le llama las señoras desamparadas que viven en la calle y traen con ellas bolsas (bags) que muchas veces los cargan en unos carritos de mano.

2.            pizzería – cuando el papá de Shanti y Vali falleció, dejó una pequeña pizzería- los empleados eran siempre jóvenes del grupo de Hilda. Esa pizzería  la mantuvieron por un tiempo y muchos se reunían allí después de las noches de clases.

3.            Dear Hilda es el título de un libro escrito por Karen Blanche, misma que hace el relato.

4.            National Enquirer  es un periódico de noticias alarmantes nada respetado por los intelectuales, pero que con frecuencia traía artículos muy interesantes que no se publicaban en otros periódicos.

5.            Satguru Nityananda un gran gurú de la India con el que Hilda pasó un tiempo y consideraba su maestro terrenal. El Satguru significa el verdadero maestro de uno.

 

 

Glosario

 

Avatar – Una encarnación del Dios Hindú Vishnu que toma cuerpo y viene a la Tierra a ayudar a la humanidad a obtener la liberación.

Bhagavad Gita – Una parte del Mahabharata, épica hindú en la que Krishna le da a la humanidad sus enseñanzas espirituales; literalmente “Canto de Dios”.

chakras – Los siete puntos de energía espiritual o “flores de loto” colocado de abajo hacía arriba desde la base de la columna vertebral hasta la corona de la cabeza.

Conde San Germán – Maestro de Gran Logia Blanca que está a cargo de desarrollar la naturaleza espiritual mediante el uso de rito y ceremonia.

darshan – la bendición que uno recibe por estar en la presencia de un ser de gran alma.

Jerarquía – ver Maestros

ida – el refrescante nervio psíquico que fluye por la ventana izquierda de la nariz.

Consejo Intergaláctico – Asamblea de seres de todas partes del universo que han convergido alrededor de Planeta Tierra en estos tiempos para guiar la raza humana hacia un futuro de paz y ayudar en caso de desastre.

Maestro Hilarión – el Maestro que influye al mundo científico y el mundo de la poesía, así como el mundo del sonido y e color.

Maestros – Seres perfeccionados quienes, por gran amor y compasión, han escogido estar cerca de la Tierra para guiar y enseñar a la humanidad.

Nityananda (1900?-1961) – Maestro hindú, considerado por muchos como una encarnación divina.

Nostradamus (1503-1566) – doctor medieval en medicina que profetizó el futuro de los humanos en la Tierra. Muchas de sus predicciones se han visto realizas a través del tiempo.

Padre Pio (1887-1968) – Monje y místico católico, italiano, muy conocido por haber recibido el estigma por su santidad.

pingala –el nervio psíquico sanador de corriente caliente que fluye por la ventana nasal derecha.

Ramakrishna- (1836-1886) – Maestro hindú considerado por muchos como una encarnación divina.

Ramana Maharshi – (1879-1950) -Iluminado maestro del sur dela India cuyo ashram se encontraba a la base de la sagrada montaña de Arunachala en Tiruvannamalai. La base de su enseñanza era profundizarse en el verdadero ser concentrándose en el  “¿Quien soy?”.

samadhi – el estado de super-consciencia en el cual la persona pierde el sentido de sí mismo y se funde con el Absoluto. También el lugar de enterramiento de un santo ser.

La Edad de Sathya, Edad de Dios – El tiempo profetizado en varias religiones en el cual sucederá un cambio fundamental en la consciencia humana y los humanos vivirán en armonía, unidad y amor.

Shambala – la ciudad de oro localizada en un sutil plano de la Tierra, desde el cual los Maestros guían el desenvolvimiento del destino divino de la misma.

Santa Teresa – (1873-1897)- Santa católica, conocida como Santa Teresita del Niño Jesús, cuyo modo de simplicidad y amor, expresado en su autobiografía La Historia de un Alma ha inspirado a millones.

Vivekananda- (1863-1902) – Cercano discípulo de Ramakrishna,entrenado por él para continuar su obra difundiendo su mensaje Las conferencias de Vivekananda en los Estados Unidos de Norteamérica resultaron en la fundación de la Sociedad Vedanta.

Yogananda – (1893-1952) Un gran maestro espiritual de la India que viajó a los Estados Unidos e inició la Self Realization Fellowship en 1920; autor del libro Autobiografía de un Yogui.

 

 


Volver al Indice de Pioneros del Espíritu   

 

Principio

 

Introducción

 

Enseñanzas de Hilda   Acerca de Hilda

 

Acerca de Lionel

 

Enseñanzas de Lionel

 

Artículos de otras fuentes  

Correo