CÓMO ASIMILAR LAS ENSEÑANZAS

 

Lección del domingo 15 de Junio del 2003

 

Semana tras semana recibimos pláticas, mensajes, enseñanzas, cómo ustedes los quieran llamar y aunque no nos percatemos de ello, sí existe un cierto orden. Unas veces son temas nuevos para nosotros, mientras que otras veces se limitan a una forma diferente de decirnos de nuevo lo que ya hemos aprendido, o por lo menos oído anteriormente.  Como estudiante que también soy de las leyes sobrenaturales que rigen nuestra existencia, puedo percatarme que toma varias explicaciones de los mismos temas para llegar a asimilarlos de una cierta manera, con el propósito deque después estos se revelen en nosotros mismos. No es hasta que oímos las enseñanzas en nosotros mismos que éstas toman efecto y se convierten en parte de nuestra existencia, aunque hayamos oído el mismo tema expuesto un gran número de veces.

 

Los mismos versos de la Biblia han sido leídos una y otra vez por siglos. El Dalai Lama declaró que no dejó de pensar que su salida del Tibet le podría representar más tiempo para estudiar. Eso no quiere decir que él iba a encontrar algo nuevo sino la posibilidad de un nuevo descubrimiento en sí mismo. Y para eso son las escrituras.

 

Siguiendo las enseñanzas que hemos descubierto por nosotros mismos a través de las pláticas, la lectura y la contemplación, podemos entender que si lo que creemos, y las conclusiones a las que hemos llegado son verdad, cada ser humano es un ser en desarrollo atravesando una evolución que lo va a llevar a la meta final que es la iluminación y la Unión con la conciencia divina que rige la creación. Entendemos, por lo tanto, que esto es un proceso. El tiempo que nos tome pasar por ese proceso está estrictamente en nuestras manos, dependiendo de lo que vayamos asimilando a través de las vidas y las muertes que experimentemos. No hay límite para el número de vidas y muertes que tengamos que experimentar. Pueden ocurrir muchos cambios físicos en la creación y nosotros continuar nuestra evolución, unas veces en cuerpo físico y otras en espíritu. Puede haber una catástrofe, un diluvio hundirse un continente y nosotros continuamos nuestra evolución hasta la unión final.

 

Hemos aprendido que una vida en cuerpo físico puede ayudar nuestra evolución ya que encarnando podemos allanar errores que hemos cometido durante nuestra existencia y tener experiencias que aceleren nuestro crecimiento, experiencias que sólo se pueden llevar a cabo en el plano físico. Por eso debemos de estar muy agradecidos de haber nacido aun cuando nuestra vida no haya sido muy placentera porque por medio de ella habremos aprendido y habremos adelantado en nuestro conocimiento y por ende, elevado nuestro nivel de consciencia, dependiendo, por supuesto  de cómo haya sido nuestro comportamiento en la tierra.

 

Inconscientemente podemos identificar en el plano en que estamos quiénes han sido nuestros amigos y quiénes nuestros enemigos y las mismas leyes sobrenaturales ponen a esas personas en nuestro camino, además de aquellas que nos van a ayudar ya sea por un largo tiempo, o por un corto plazo. Un encuentro breve con ciertas personas puede cambiar nuestra forma de pensar o nuestra forma de actuar. Nosotros creemos que esto es unas veces para el bien y otras veces para el mal, pero todo en sí es para nuestro bien,

aunque es sólo después de muchas encarnaciones que nos comenzamos a percatar de esto. Todos sabemos que la vida nos da lecciones lo único que no sabemos para qué son. O sea, no estamos conscientes. Hay ocasiones en que hemos cometido errores y no sabemos por qué los cometimos pero de esos errores hemos aprendido. Uno podría preguntarse por qué tiene que aprender mediante un error, pero después de tanto tiempo de observarse a uno mismo y a los demás se hace bien obvio que tenemos que vivir el resultado de nuestros errores para darnos cuenta del por qué de ciertas cosas que no podríamos haber aprendido a través de enseñanzas, porque no habríamos estado lo suficientemente abiertos para que esto sucediera.

 

En lugar de tratar de entender lo que nuestra mente nos pone por delante en relación a nuestras experiencias creyendo que somos capaces de saberlo y entenderlo todo, deberíamos dejarlo a un lado en la confianza de que nuestra inteligencia interna está en completo conocimiento y de que nosotros eventualmente podemos llegar a comprenderlo y a verlo en su totalidad, en su realidad.

 

Los orientales hablan del velo de ilusión que denominan “maya”, los antiguos egipcios nos ilustran una Isis o madre velada. Toda imagen que se ha creado de lo que llamamos ‘la Madre’ es una representación de la raza humana, que es en sí la esencia de lo que es la madre. El hecho de que las primeras  esculturas hayan  sido mujeres no quiere decir que se esté glorificando al cuerpo femenino, porque en sí lo están representando esas esculturas es la fertilidad, que es lo que hace la raza humana.  Por eso todo lo manifestado es Madre. El Apocalipsis, que es una palabra que significa levantar el velo o traducida como ‘revelar’, también nos describe el desconocimiento en el que vivimos y las consecuencias que en un dado momento esto puede representar. Tomado como un cuento, el Apocalipsis se hace imposible y era tan enigmático hace dos milenios como lo es ahora. Aunque haya partes que se le han ido revelando al hombre que haya alcanzado el nivel necesario para comprenderlo. El problema es que, siendo el hombre como es y confiando en su mente a los extremos a los que ésta no llega, él se ha creído que porque ha entendido muy levemente alguna parte, lo puede descifrar todo. No existe en la tierra quien verdaderamente pueda entender el todo del mensaje del Apocalipsis y mucho menos explicarlo. Todavía una gran mayoría de los seres vivientes ni siquiera lo toman en consideración. Esto, por cierto nos puede ayudar a ilustrar algo sobre la evolución del ser humano. Una persona puede de alguna manera haber estudiado profundamente el Apocalipsis en una encarnación y re-encarnar sin el más mínimo conocimiento consciente de lo que estudió. Hay muchas razones para esto y una de ellas muy bien puede ser que para comprender otras partes del Apocalipsis tendría que pasar por ciertas experiencias en una determinada vida que lo lleve a otros niveles de consciencia. A esto se deben las diferencias que existen en su interpretación.

 

El entendimiento de las cosas de Dios, de las cosas del alma no puede ser tomado tan a la ligera ni puede ser aprendido intelectualmente. La mente humana no puede llegar tan lejos. Es sólo después de haber tenido uno la experiencia interna que puede comenzar a percatarse de ciertas cosas que sólo a través de la revelación pueden ser comprendidas. Por mucho que oigamos y mucho que leamos no vamos a llegar a ningún entendimiento hasta que éste se manifieste internamente en nosotros. Hay que comprender que el cerebro no es la vía de la iluminación. Ése no es su propósito. Por eso tenemos que ser muy cautelosos y no juzgar según nuestra mente lo que es el bien y lo que es mal, de todos modos lo que es un bien para unos es un mal para otros y es por eso que nunca podemos ni debemos juzgar por nosotros mismos, sería como medir todo con la misma vara basándonos en nosotros como ejemplo.


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