DEL PERFIL DEL ASPIRANTE
Extracto de la plática de Lionel del 8 de Feb del 2005
A través de la historia, los santos y los sabios que se han agrupado entre sí han sido aquellos que coinciden en la creencia de un cierto camino y una cierta forma de seguirlo. Los que pudieron encontrar quien coincidiera con sus ideas se dedicaron a llevar su vida mediante esa línea de pensamiento. Los que no encontraron algo así, lo hicieron por su cuenta, experimentando con por su propia intuición sin seguir ninguna enseñanza estructurada.
Como ya les he explicado, yo recibía la enseñanza de Hilda Charlton porque sentía que ella estaba en lo correcto y ciertamente sentía que sabía más que yo. No fue fácil, porque ningún camino es fácil. Entrar a entrenarse en la vida de la búsqueda espiritual no es muy diferente a entrar en un salón de espejos donde se ve uno reflejado en tantas direcciones que no sabe cual seguir. Muchos cambios pueden suceder internamente y tenemos que estar preparados para ellos. Hay momentos de éxtasis, momentos de confusión, de preocupación, de aburrimiento, de cansancio, de alegría, de tristeza y de todas esas emociones que puede sentir el ser humano. El secreto está en saber vivirlas y controlarlas interiormente. El deseo de aprender es el mayor requisito, seguido solamente por la madurez emocional. La madurez emocional es el saber distinguir hasta que grado nos deben afectar las diferentes experiencias y por qué tiempo. Saber cuando hemos terminado con algo. Hay que saber terminar etapas para continuar con las que siguen, pero si uno se ha confundido en una etapa, entonces tiene que saber dar marcha atrás, revivirla y ver dónde se equivocó, para luego poderla continuar y llevarla hasta su fin.
La persona que se queda trabada en una parte de su vida o de sus sentimientos pierde el espacio para crecer y todo lo que haga con ese empeño va a ser en vano.
La persona que se cree que es experto en juzgar, en condenar y condonar está en un espacio muy peligroso, ya que todos sabemos que para llegar a un conocimiento real tenemos que empezar por saber que no sabemos nada.
El verdadero aspirante sabe que no tiene el conocimiento. Algunos se dan cuenta que no conocen de que se trata su existencia y que en ocasiones no saben distinguir un sentimiento de otro. Se puede sentir envidia sin saber que es envidia, se puede sentir odio sin saber que es odio, se puede guardar rencor porque uno se siente con ese derecho, pero al mismo tiempo uno ignora y no conocen el daño que ese rencor le ocasiona. Sin embargo, llega el momento en que el individuo comienza a darse cuenta que todo esto no era más que una serie de reflejos que él mismo tiene que identificar y superar. La actitud hacia si mismo cambia. No se valora por lo que sabe, ni por lo que tiene, ni por lo que alcanza a hacer. Se percata de que las situaciones a su alrededor son para ser entendidas y superadas, no simplemente para ser cargadas por el resto del tiempo. Eventualmente llega a comprender por qué tiene que pasar por ciertas situaciones en lugar de nada más tomarlas para que se conviertan en parte de su historia. Se percata de que todo tiene una profundidad mucho mayor que la parte emocional y que esa profundidad uno la ignora o desconoce..
Déjenme explicarles que yo no tuve grandes conversaciones sobre mi persona y mis sentimientos con la maestra Hilda, en sí yo tuve muy pocas conversaciones personales en los años que estuve con ella. Cuando hablábamos, hablábamos de otros temas, de los diferentes planos, de cómo trabajar con los maestros, de cómo manejar las emociones, de cómo pensar, de cómo vivir, de cómo aceptar lo que hubiera que aceptar y destruir lo que hubiese que destruir y saber la diferencia, pero no sólo en términos personales sino tanbién en términos generales.
Uno tiene que reconocer que cada individuo tiene lo suyo por qué pasar ¿por qué empeñarse tanto en ver las faltas de los demás? Eso no es más que una forma de ignorar las propias. Nadie alcanza un elevado nivel de entendimiento si tiene su vista puesta en los demás, especialmente cuando lo hace para enorgullecerse.
No se quejan de la vida, ni de lo que tienen que hacer, ni de cómo es que las cosas no son de la manera que ustedes piensan que deberían de ser. Más bien pregúntense acerca de ustedes mismos de por qué están en este mundo y cuál es su nivel de entendimiento. Esto los puede llevar a investigar más a fondo y a conocer su verdadero rol en la vida y saber cual es su siguiente paso y encontrar lo que les toca aprender, no importa cual sea las circunstancias en que estén viviendo o qué es lo que creen o piensan los que están a su alrededor. Uno no debe caer en un molde porque el destino tiene muchas facetas. Marco Aurelio, por ejemplo, era un emperador romano que vivió del año 121 al 180 después de Cristo pero era un seguidor de a escuela del estoicismo, fundada por el filósofo griego Zenón de Citio. Aunque era emperador, él vivía según esas enseñanzas porque era lo que él creía. El hecho de que fuera emperador de Roma no quería decir que estaba limitado a unas ciertas creencias típicas de su imperio. El estoicismo reúne doctrinas de los antiguos filósofos con pensamientos de Platón y Aristóteles; deja oír una nueva moral, un nuevo modo de pensar que repercute especialmente en la ética. El ideal lo constituye el sabio que vive conforme a la naturaleza, domina los afectos, soporta sereno el sufrimiento y se contenta con la virtud como única fuente de felicidad. Estos no son los logros que usualmente busca el ser humano. Estos logros no son palpables para el individuo común y corriente porque dominar los afectos, soportar sereno el sufrimiento y contentarse con la virtud como una fuente de felicidad, no paga la renta ni cubre las necesidades. Sin embargo para algunos es lo máximo que se puede alcanzar. ¿De que se trata eso? Se trata de valores y los valores cambian mientras vamos alcanzando más conocimiento. No se puede aprender de alguien que tiene una óptica diferente a la de uno si no tiene uno el valor y la confianza suficiente para despojarse de sus propios conceptos.