Lección del 6 de Enero del 2002
TODOS LOS SERES HUMANOS PODEMOS LLEGAR AL AUTO-CONOCIMIENTO
Cuando el hombre vive a expensas del mundo, que también quiere decir de la vida, de sus actividades, de sus obligaciones, tiende a olvidar su espíritu y éste queda relegado mientras se atiende todo lo que parece más apremiante. Nada en el mundo puede ser más apremiante que nuestro propósito real: llegar a un auto-conocimiento.
Cuando nos enfocamos al auto-conocimiento y le damos la prioridad que éste tiene sobre todas las otras supuestas necesidades de la vida, nuestro orden de valores cambia por completo. Lo último se convierte en primero y lo primero se convierte en último.
Lo más natural para el ser humano mientras está en el mundo físico es querer experimentarlo, querer conocerlo, porque no se acuerda que ya ha estado aquí varias veces. Todo lo que un individuo quiere experimentar, su ansia, viene precisamente de todo lo que se quedó incompleto en vidas pasadas y trae esa memoria de una forma consciente porque está directamente relacionada con este plano de existencia. Sin embargo, los conocimientos de otra índole que están en él, debido a la elevación de su espíritu durante sus encarnaciones y entre ellas no están a su alcance conscientemente porque están opacados por lo aparente y lo que es más alcanzable. Por lo tanto, el nivel de desarrollo que puede alcanzar durante una encarnación es disminuido por esta situación en este plano donde lo irreal aparenta ser real y lo real aparenta ser irreal.
Los sueños parecen ser irreales porque nos despertamos de ellos, no tienen duración. Sin embargo, mientras los estamos viviendo aparentan ser totalmente reales. ¿Cuántas veces ha podido uno decir en un sueño, no, esto no es real, estoy soñando? Es sólo cuando nos despertamos, aún bajo el impacto de lo experimentado que nos damos cuenta de que sólo lo soñamos. En los sueños no nos parece posible tener control sobre lo que nos está sucediendo, si nos persiguen no podemos correr, si nos atacan no podemos gritar y es sólo cuando nos estamos despertando que logramos llegar al punto de emitir un sonido.
De la misma manera, llega el momento en que nuestra conciencia divina se despierta de este sueño, todos lo sabemos, los filósofos, los poetas, los iluminados nos lo han dicho, pero la vida aparenta ser tan real como el sueño y no la podemos concebir de otra forma. Si alguien en un sueño nos dice que estamos soñando, lo más probable es que no lo creeríamos.
Lleva mucho tiempo despertar a nuestra realidad y aprender que las experiencias de la vida son temporales. Algunas tienen el propósito de llevarnos a entender la verdad, mientras que otras no tienen otro propósito que hacernos ver cuántas situaciones innecesarias creamos y aprender a contemplar más interiormente lo que estamos haciendo y el tiempo que le estamos dedicando a situaciones que, en muchos casos, lo único que han hecho es ocupar un espacio que podría haber sido dedicado a otra cosa.
Se lleva mucho tiempo para que el ser humano comience a darse cuenta de esto y usualmente está tan envuelto en lo que su falta de conocimiento le está presentando que no puede aceptar ninguna otra alternativa como real.
No es nada común que un ser humano sepa distinguir entre sus necesidades mentales y emocionales y su realidad, ya que éstas, en ese estado de sueño en que vive aparentan ser la realidad. A cada vida que viene va llegando con más conciencia, con más entendimiento y va comenzando a discernir con más claridad. Eso le permite tomar decisiones que no están basadas solamente en lo obvio de lo material y mental sino que están dominadas por el conocimiento viviente en él.
El hombre se rinde ante su falta de conocimiento y se dice a sí mismo que aunque comprende que lo que está haciendo no es lo que más lo va a llevar a dominar sus tendencias materiales ni a lograr un nivel de conciencia superior al que está en ese momento, es lo único que puede hacer. ¿Por qué? Porque de esa manera puede dar rienda suelta s sus emociones y no tener que vivir con cautela ni estar haciendo lo contrario a sus tendencias naturales ni tener que observarlas ni disciplinarlas.
La diferencia mayor entre los niveles de entendimiento de los seres humanos es la de no querer forjar su mente ni sus emociones en ninguna otra dirección que no sea las que éstas indican aunque esté en pleno conocimiento de que esas direcciones están basadas en experiencias que ha tenido ya sea en esta vida u otra y que están surgiendo precisamente para ser superadas en lugar de ejecutadas.
Como seres humanos, tenemos un solo objetivo y este es el superar nuestra humanidad y alcanzar nuestra divinidad. No podemos superar nuestra humanidad actuando como humanos, viendo todo de la misma forma que lo ven los demás seres humanos, identificando nuestras necesidades con las necesidades de todos los seres humanos, viviendo como realidad lo que todos los seres humanos consideran como realidad, cuando eso es precisamente lo que tenemos que trascender.
Es muy fácil decir que uno se está llevando por sus propios deseos y por su propia voz interior, lo que es difícil es saberla oír. Para poder oír la voz interior tenemos que silenciar todas las otras voces, porque hay muchas voces hablándonos a la vez y es muy ingenuo de nuestra parte creer que estamos oyendo una sola voz antes de que nuestras mentes y nuestras emociones se aplaquen.
Sí podemos hacer en un dado momento lo que más se nos antoje y podemos hacerlo muchas veces. Eso nos hace sentir un gran alivio, porque por lo menos esa voz se calló por un rato y eso nos hace poder oír las otras voces que claman por diferente atención y así podemos ir calmando esas voces creyendo que llegará el momento en que se van a agotar, pero ése no es el procedimiento correcto. No podemos atender a cada voz que oímos en la esperanza de aplacarla o callarla para que en un futuro podamos oír la voz final. Esto es debido a que cuando aplacamos una de esas voces haciendo algo que clama, creemos que hemos eliminado algo en nuestras vidas, pero lo único que hemos hecho es abrir el espacio para muchas otras voces que surgen cada vez que una de ellas es atendida. Es por eso que no hay un fin para nuestros deseos.
Estás voces del interior que oímos primero son las más superficiales, las que más cerca están de nuestros oídos internos y tienen la peculiaridad de que al ser atendidas, en lugar de eliminarse, se multiplican.
Uno debe de llegar a conocer esta diferencia para no dar rienda suelta a todos lo pensamientos y deseos que vienen de clamores interiores y que no tienen una base sólida para nuestro desarrollo sino, más bien, para nuestro entretenimiento. Estos, por supuesto parecen ser reales y aún sus resultados parecen ser fructíferos, pero si los llevamos a otro nivel de entendimiento alcanzamos a ver que todo no ha sido más que un juego.
El propósito del ser humano es alcanzar este tipo de entendimiento, porque aunque no aparente vivirlo a simple vista, su interior comienza a operar de esa manera. No tenemos que convertirnos en seres que somos diferentes a todos los demás ni actuar como extraños porque eso no es real. Continuamos siendo seres humanos como todos los demás, viviendo en este mundo hasta que lo trascendamos por completo y dando lo mejor de nosotros dondequiera que se necesite y se pueda dar.
No pasen su vida tratando de encontrar la felicidad haciendo lo mismo que el resto del mundo que no la ha encontrado. Motívense observando la vida de aquellos que han logrado llegar a un grado de entendimiento mayor. No sólo los admiren, no son seres diferentes a ustedes, sólo han ido despertando debido a la forma en que han llevado su vida y así lo han comunicado.
Nadie en este mundo es inferior ni le falta la posibilidad de llegar a su auto-conocimiento que lo convierte en uno con su creador y es el motivo para lo que fue creado.
Si tú haces una siembra usas todas las semillas de la misma calidad. De qué te valdría sembrar semillas que no van germinar, para qué sembrarlas y cuidarlas si nunca van a dar fruto. Para qué una creación en la que el elemento más importante es en parte defectuoso y nunca va a cumplir su propósito. Por eso considerarse como inferior, como alguien que no va a poder alcanzar el propósito de su existencia es menospreciar al Creador.
La carta de San Pablo a los Efesios 3, 2-3.5-6
Hermanos:
Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipe de la misma promesa en Jesucristo