Lección del Domingo 18  de Marzo 2007

 

            Estamos practicando la meditación con el afán de encontrar más paz y tranquilidad en nosotros mismos. Pero se nos olvida que ese sosiego no viene de afuera, ni siquiera de las condiciones en que vivimos. Éste sosiego viene de adentro y se obtiene solamente a través de una mirada interior muy profunda y de un trabajo interno muy fuerte y constante. Como no es algo muy fácil, nos auxiliamos con las enseñanzas de los que creamos que nos puedan ayudar. No tanto porque éstos sean tan inteligentes, ni  por santos, ni perfectos, sino porque llevan más tiempo haciendo lo que nosotros estamos tratando de aprender. El trabajo es arduo. Si creen que porque están llevando una vida parcialmente espiritual se convierten en merecedores de ciertas ventajas, entonces su vida espiritual les está haciendo más daño que bien. Si creen que por el hecho de salpicar su existencia con ciertas costumbres espirituales como las de oír pláticas, leer, hacer el bien y llevar una vida sana sin prejuicios ni malos hábitos obtienen el derecho de considerarse por arriba de los demás, entonces esa salpicadura les está haciendo más mal que bien. Porque ése es sólo un primer estado y Santa Teresa de Ávila nos pone sobre aviso diciendo así:

“Hame parecido decir algunas tentaciones que he visto que se tienen a los principios (y algunas he tenido yo) y dar algunos avisos de cosas que me parecen necesarias, pues procúrese a los principios andar con alegría y libertad; que hay algunas personas, que parece se les ha de ir la devoción, si se descuidan un poco. Bien es andar con temor de sí, para no fiarse poco ni mucho de ponerse en ocasión donde suele ofender a Dios, que esto es muy necesario hasta estar ya muy entero en la virtud.” – La expresión “ofender a Dios” tiene para los místicos un significado mucho más profundo del que tiene en la plática cotidiana. Es muy común también decir “Dios no se ofende por esto ni se ofende por esto otro pero sí se ofende por aquello…” No es poco común decir. “Yo no quiero ofender a Dios…” “Yo no quiero que Dios se ofenda…” y en resumidas cuentas ni sabemos lo que estamos diciendo. Pero es también una forma de humanizar a Dios que en el antiguo idioma de la iglesia tomaba un sentido igual al de otras religiones más arcaicas no querían “irritar a los dioses” y hacían actos y sacrificios para desenfadarlos. Hoy día lo vemos igual, pero tenemos otra forma de entenderlo y comunicarlo. Aunque para el caso es lo mismo, todo lo que le desagrade a Dios va en tu contra de uno y todo lo que le agrade va a nuestro favor ¿No sería esto igual que decir que todo el mal que haces va en tu contra y todo el bien va a tu favor? Pero aún así no nos queda claro ¿Qué quiere decir que va en tu contra o que va a tu favor? En verdad no lo sabemos. Se usa también el lenguaje Dios te castiga, Dios te perdona, Dios te premia. Es como si estuviésemos conectados a un gran sistema que nos va evaluando constantemente. Si verdaderamente vivimos así, la verdad es que puede llegar a afectar nuestro sistema nervioso. Sobre todo porque ni siquiera entendemos lo que estamos diciendo.

“Bien es andar con temor de sí para no fiarse poco ni mucho de ponerse en ocasión donde suele ofender a Dios, que esto es muy necesario hasta estar ya muy entero en la virtud.” – Santa Teresa de Ávila.

Por aquí podemos entender que con nuestras “malas acciones” o mal comportamiento Dios se ofende y que tenemos que cuidarnos mucho de lo que va en contra de nosotros y “estar ya muy entero en la virtud” es llevar un buen comportamiento. Sin embargo, nosotros ni siquiera sabemos a fondo lo que es un buen comportamiento. Yo he observado a través de los años que las personas que llevan un buen comportamiento tienden a descuidarse. Ven el mal en todos los demás, pero no están al tanto de sí mismo. Critican el comportamiento de sus compañeros, pero no caen en cuanta que la crítica los expone a ellos mismos.

Cada uno puede escoger su camino, yo escogí el mío porque era lo que más sentido tenía para mí. Algunos lo consideran un buen camino para ellos. Pero le ponen sus propios toques de conocimiento propio. La ventaja que yo tuve sobre algunos otros fue la de ser más flexible, más dócil y aceptar decisiones contrarias a la mía, aún cuando continuara creyendo que la mía era la mejor, porque ése precisamente era mi ejercicio. Hoy día no lo tengo que hacer, porque ya lo hice. Ya pasé esa etapa. Ya supe de qué se trataba y ahora puedo irme a mejorar o corregir otras cosas. Pero a ése paso le puse más importancia que casi a ningún otro porque siento que la flexibilidad es el primer paso y el más importante. Y es precisamente por ser el primer paso que se hace tan difícil. Pero es extremadamente importante porque si no tenemos esa flexibilidad nunca vamos a poder oír nuestra voz interior con claridad ya que ésta no siempre está de acuerdo con el cerebro y si nos acostumbramos a sólo oír nuestro cerebro no vamos a poder percibir lo que viene de nuestro espíritu. 

 


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