Lección del domingo 2 de julio 2006

 

No importa cuantas veces hayamos fallado en la vida, tenemos que seguir tratando. Mientras nos quede un último aliento tenemos que seguir tratando. No podemos anticipar nuestra muerte cayendo en el letargo antes de que ésta llegue. Tenemos que continuar viviendo hasta nuestro último suspiro.

Si algo no nos sale bien. Tenemos que arreglarlo o dejarlo e irnos a hacer otra cosa. Pero no podemos caer en el letargo porque es desperdiciar el tiempo que pedimos y que se nos otorgó. Ya se darán cuenta de esto cuando lleguen al otro lado, pero para que esperar hasta que sea demasiado tarde cuando tenemos una vida para hacerlo. Como no podemos hacerlo todo, tenemos que saber distinguir entre qué nos toca y qué no nos toca hacer. Por eso es importante conocer cuáles son simplemente caprichos por nuestra parte o cuando queremos hacer algo sólo porque vimos que alguien lo hizo.  Eso es irreal, lo que es real es averiguar qué es lo que tenemos que hacer nosotros. Quizás no nos guste en un principio, pero como nuestro inconsciente lo sabe, está tranquilo haciéndolo y lo pasa a nuestro subconsciente. Al estar en el subconsciente, ya nos sentimos más tranquilos y lo aceptamos más, hasta que eventualmente nos percatamos que era precisamente lo que teníamos que hacer y nos sentimos bien haciéndolo.

¿No han observado en la vida cómo unas cosas se dan o se resuelven muy fácilmente y otras no? Eso no sólo tiene que ver con las circunstancias. Existen mucho otros factores. Entiendan de lo que se trata la vida. Por eso es necesario que sepamos cuando estamos haciendo algo porque nos toca y cuando es por puro capricho. Nuestros compañeros terrestres siempre nos dicen “No te des por vencido, échale ganas y hazlo”. Pero ¿cómo saben ellos si verdaderamente nos toca hacerlo o no?

Lo que estamos comentando no es más que la vida cotidiana de cada ser humano. Los que nos dedicamos a analizar la vida como objetivo principal de nuestra existencia, no sentimos que cometimos errores, pásenos lo que nos pase, porque tenemos una convicción interna de que estamos donde tenemos que estar, aunque sea para llegar a nuestro fin. Y lo que más nos desespera es que otros traten de cambiar la dirección en que vamos con ideas inútiles. Cuando uno está entregando su alma y su mente, lo menos que necesita oír es a alguien que trate de llevarlo por otro camino.

Permítanme explicarles algo. Hacer lo que uno quiera, de la manera que uno quiera y cuando uno quiera no es una liberación, es una esclavitud.  Se hace uno esclavo de sus deseos y sus ideas sin que pasen por el filtro principal que es el que depura los pensamientos. Ese filtro principal tiene que ser desarrollado en uno y fortificado en todo momento, ya que las oportunidades económicas y de otra índole están siempre bailando ante nosotros como si estuviésemos viendo un espectáculo de títeres que aunque parezcan reales están siendo movidos por las manos del deseo y del orgullo que no tienen nada que ver con nuestra realidad ¿Difícil de entender? Pues es aún más difícil reconocerlo y llevarlo a cabo. Por eso lo que primeramente requiere de nosotros el entrenamiento espiritual es soltar, soltar, y soltar. No para que nos volvamos zombis, sino para que nos libremos de lo que no sea real en nosotros ni tenga nada que ver con nuestras vidas y abra el espacio para que nuestra realidad pueda salir a flote. En lo que más nos insisten los que nos enseñan, no es simplemente en que cambiemos nuestra dirección y nos volvamos místicos, sino en que soltemos lo que nos está impidiendo que nuestra consciencia, que ya tiene un cierto elevamiento, se eleve aún más, en lugar de estar distraída con lo pasajero de la Tierra. No es el hecho de que los que nos enseñan nos quieran cambiar a lo que ellos piensan, pero sí quieren eliminar en nosotros lo que nos distrae. Esto lo vine a ver yo años después de haber estado con la Maestra Hilda Charlton ¿Por qué se fijaba y trataba de cambiar ciertas cosas en mí, que yo no creía que tenían tanta importancia y no tocaba otros temas que según yo necesitaban más atención? Obviamente porque los grandotes yo los podía ver por mí mismo y sin embargo eran esas ciertas piedrecillas las que estaban haciendo que me tropezara y no pudiera seguir adelante

Si nos bañamos y dejamos un pedacito de astilla que no puede usar el que sigue, en lugar de ponerle un jabón nuevo, esa es una de las piedrecillas que no vemos y que indica que no pensamos en el prójimo. Y eso es un punto a trabajar. Hilda hasta nos decía a los hombres que una vez que hayamos usado la taza del baño, aunque hayamos levantado el asiento por completo, secáramos el borde antes de bajarle el asiento. Ella siempre insistía mucho en la higiene personal, decía que ayudaba a que se acercaran nuestros guías y maestros del éter ¿No se hacen las limpias con perfumes y yerbas aromáticas?

Tenemos que observar cómo llevamos nuestras vidas, quizás estamos permitiendo que nos cause más trabajo del necesario. Si la vida nos causa tanto trabajo y nos agota o entretiene tanto que no nos queda tiempo para ocuparnos de nuestro interior y dejamos nuestra práctica espiritual a un lado, estamos desperdiciando una excelente oportunidad para elevar nuestro estado de consciencia y vivir con más tranquilidad y sosiego en otras vidas. Tenemos que pensarlo, es solamente por nuestro bien. Tenemos que conservar un espacio para la reflexión, la oración y la meditación. No podemos simplemente entregarnos a la vida terrenal sin pensar en nuestro interior.  Los que nos enseñan tienen que estar disponibles para cuando nosotros los necesitemos, pero no tienen ni la más mínima obligación de estarnos recordando y corrigiendo y trabajando con nosotros todo el tiempo. Es más, ninguno de los que nos enseñan lo hacen. Los grandes gurúes son conocidos por no hacerle caso a los que ellos no sienten que están listos. Eso es algo con lo que se tropiezan los que comienzan a enseñar. Sus ganas y su parte humana no les permiten ignorar mucho de lo que deberían ignorar en otros, aunque les esté haciendo daño, hasta que ellos mismos estén dispuestos a reconocerlo y trabajarlo o pedir ayuda.

Todo esto es en sí muy simple, y es algo que todos deberían de entender muy bien simplemente observándose. Observar si no cambian el rollo de papel en el baño cuando lo terminan, o dejan suficiente jabón para el que sigue. Todo esto es para beneficio propio, no sólo para el que le sigue a uno en el baño ¿por qué? Porque nos ayuda a pensar hacia fuera y es extremadamente importante pensar hacia fuera para poder crecer hacia adentro.

 


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