USAR LA ENERGÍA A FAVOR DE NUESTRAS VIDAS

Extracto de la plática de Lionel del Martes 11 de Enero de 2005

 

Todo lo que se manifiesta físicamente y todo lo que sucede es producto de una energía. La energía viene  primero y el producto después.  Nosotros conocemos las nubes como formadas por el vapor, pero para que ese vapor exista, para que se eleve y para que se forme una nube tiene que haber primero una energía. Para que algo se mueva tiene que haber una energía, para que llueva tiene que haber una energía. Hace miles de años que el hombre descubrió que puede manejar esa energía con su mente y eventualmente fue creando una serie de sistemas para hacerlo.  De ahí proceden los ritos, las oraciones y las diferentes ceremonias. Por ejemplo, ciertas tribus indígenas descubrieron que por medio de un ritual con tambores y danza podían hacer que lloviera. Casi todas las antiguas civilizaciones tenían un dios de la lluvia, ya que vivían  de lo que sembraban, y era a ese dios al que invocaban. Lo que quiere decir que el hombre puede sintonizarse a las fuerzas de la naturaleza y causar cambios. Pero el hombre descubre además que hay una fuerza o energía principal que lo mueve todo y a esa energía el hombre no puede llegar. Y no puede llegar porque es una energía con demasiada potencia. Por lo que designa una serie de dioses: un dios para la lluvia y a otro para la agricultura y a otro para las aguas del mar, etcétera aunque todo proviene de un mismo y único Dios o fuerza principal. Esto ilustra  los niveles de acceso del hombre o hasta dónde puede llegar su influencia. Podemos hacer que llueva, podemos hacer que no llueva, podemos  hacer que  una tormenta cambie su curso, pero no podemos  parar el sol, ni la luna, ni hacer que la rotación de la Tierra cambie de dirección, como tampoco hemos podido hacer que el cuerpo del hombre sea eterno. Esto quiere decir que existe una fuerza principal que está más allá de nuestro alcance. Sin embargo, al  mismo tiempo tenemos que entender que estamos conectados a esa fuerza principal y que esa  conexión nos permite ocasionar cambios e influenciar el rumbo de las cosas, sólo que hasta un cierto límite. Es por eso que el hombre ha dividido la fuerza principal en dioses según sus manifestaciones y sabe que tiene más acceso a unos que a otros.

Algunos seres humanos aprenden a manejar estas ciertas partes de la energía única mediante el control de su mente. Esto lo hacen con concentración y una seguridad total. A esa seguridad le llamamos fe, excepto que no lo es porque el que practica los cambios y el orden de las cosas mediante la concentración, que a veces puede estar acompañada de una plegaria o un canto, no necesita la fe porque tiene ya el conocimiento. Es como uno sabe lo que tiene que hacer para prender su coche y no necesita de fe para hacerlo. Tan es así que sale de la casa con el tiempo justo para llegar a su trabajo porque sabe que el coche va a prender. A eso no se le puede llamar fe.

Desafortunadamente, muchos de los que han desarrollado el poder para  hacer que las situaciones se manifiesten, poder que es innato en todos los seres, lo han usado para el mal.  Por ende la gente le tiene miedo a la hechicería, pero ésta no es más que el mismo principio de las curaciones, es la misma energía y todo depende de cómo la usemos y si la sabemos  usar o no.

Lo que sucede es que, a veces, los que se dedican a la hechicería, lo hacen con más convicción y por ende con más energía que algunos de los que hacen curaciones o podrían hacerlas.

Los aspirantes como ustedes, por ejemplo, podrían hacer que muchas cosas sucedieran, pero pasan más tiempo peleando entre sí y quejándose que el que usan para meditar o manejar la energía por medio de visualizaciones que es la forma más simple y una de las más eficaces. Ahora, en qué consiste todo esto. Como ya les explicamos hay un poder superior, ese mantiene la creación, ese poder está ahí, llámenlo Dios, llámenlo Alá o llámenlo nada  no se puede negar que está ahí. Esa fuerza divina se siente, esa fuerza existe y el que se da tiempo a sí mismo lo puede comprobar. La fuerza de ese poder se manifiesta tanto física como síquicamente como de muchas otras formas. Todos estamos conectados a ese poder, no podríamos vivir si no estuviésemos conectados, porque si no estuviésemos conectados no existiríamos.  Esa fuerza, esa vitalidad corre por dentro de nosotros y se puede manifestar a través de nosotros mediante nuestros pensamientos. Por eso podemos hacer que las cosas sucedan. Si tenemos ese convencimiento vivimos de una cierta manera. Si no lo tenemos vivimos de otra.  Tenemos que comprender que mucho de lo que estamos viviendo ha sido creado por nosotros mismos a través de nuestros deseos o nuestras frustraciones o nuestros miedos. ¿Por qué cuesta tanto trabajo que los seres humanos se den cuenta de esto  esto? Nosotros estamos aquí viviendo el resultado de dos cosas, nuestras vidas pasadas y nuestros pensamientos. A veces es muy difícil distinguir una cosa de la otra. Pero algo que sí podemos hacer es cuidar nuestros pensamientos. Si estás viviendo en molestia, en rencor, en enfado, no hay forma en que tu vida pueda ser placentera, obtengas lo que obtengas y hagas el dinero que hagas.

Si están descontentos con su vida comiencen a visualizar lo que quieren cambiar. Hagan una carrera de eso. Pero cuiden de no desearle un mal a nadie porque puede suceder y eso se convierte en karma para ustedes. No se pueden imaginar como funciona y se multiplica, por eso tienen que tener cuidado con  lo que piensen o deseen.

Si no les gusta su vida cámbienla. No vivan en lo que ya pasó. Especialmente ustedes, los más jóvenes quienes tienen todo un mundo por delante.

Les puede decir que desde pequeño yo quería ciertas cosas y hacía que sucedieran. Yo quería hacer mi preparatoria en los Estados Unidos y lo hice. Yo quise viajar y viajé, y quise actuar y actué, y quise diseñar y diseñé, y quise reconocimiento y quise vivir en Nueva York y viví y quise un departamento en Greenwhich Village y lo tuve,  sólo para llenar mis caprichos y poder darme cuenta de que lo que estaba buscando era otra cosa. Cuando vi como Hilda le arreglaba la vida a la gente, como Orestes se pasaba horas y horas haciendo curaciones y exorcismos y aliviando penas, me di cuenta que ése era el mejor trabajo de la tierra. Lo más gratificador que uno podía hacer. Lo mejor que tiene es que ni siquiera se necesita que le den las gracias a uno porque el gozo que produce ayudar a los demás es la recompensa.


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